OBESIDAD: Opciones de tratamiento

La obesidad debe de considerarse como un problema médico, psicológico, y social. El primer paso para lograr controlar a la obesidad incluye una dieta apropiada, ejercicio físico, y cambios importantes en el comportamiento y estilo de vida.

 
Dietas y programas de alimentación.

Existen literalmente cientos de dietas y programas de alimentación dirigidos a la pérdida de peso. Todas las dietas se basan en un mismo principio: reducir la cantidad de calorías que se ingieren. Aunque todas las dietas deben de individualizarse, a grandes rasgos se clasifican en dos tipos:

  • Dietas bajas en calorías
  • Dietas muy bajas en calorías

Las dietas bajas en calorías se planean calculando una ingesta de entre 800 y 1,500 kilocalorías al día, una cifra por debajo de las calorías normalmente empleadas por cualquier individuo. Las dietas muy bajas en calorías proporcionan entre 400 y 800 kilocalorías, y generalmente consisten en bebidas con un alto contenido de proteínas y prácticamente sin grasas.

Se prefiere utilizar dietas bajas en calorías en lugar de las muy bajas en calorías, ya que son más fáciles de llevar, logran resultados similares a largo plazo, y tienen menor riesgo de provocar deficiencias nutricionales. Generalmente, las dietas para mujeres deben de proporcionar entre 1,000 y 1,200 kcal por día, y las dietas para hombres entre 1,200 y 1,600 kcal. Sin embargo, las dietas son insuficientes para lograr un control adecuado de peso por sí solas, y requieren de un aumento significativo en la actividad física así como de cambios importantes en el comportamiento y estilo de vida. Aprender a comer bien es uno de los aspectos más importantes en el control de peso, y desgraciadamente, uno de los más difíciles de dominar.

El gran número de dietas disponibles en la actualidad se debe a un solo factor: la mayoría son ineficaces. Muchos pacientes alternan periodos de pérdida de peso con periodos en donde vuelven a subir el peso perdido, lo que comúnmente se conoce como "rebote". Por esta razón, los pacientes a menudo cambian de una dieta a otra, muchas veces sin la supervisión apropiada, agravando aún más el riesgo de desarrollar complicaciones.

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Programas de ejercicio.

El ejercicio participa en la pérdida de peso tanto de manera directa como indirecta. El aumento en la actividad física produce un aumento en la cantidad de energía que se consume, lo que se traduce a un aumento en la cantidad de calorías que se queman diariamente.

Al mismo tiempo, los efectos del ejercicio en el cuerpo humano actúan positivamente para disminuir los riesgos a la salud producidos por la obesidad.

El ejercicio reduce el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, incluso con un impacto mucho mayor al que logra la pérdida de peso por sí sola. Además, el ejercicio ayuda a disminuir el contenido de grasa en el cuerpo mientras que previene la pérdida de masa muscular producida por las dietas bajas en calorías.

En pacientes obesos y con sobrepeso, el ejercicio debe de iniciar a un ritmo bajo y aumentar progresivamente, tratando de evitar lesionar alguna articulación o grupo muscular. Por esta razón, al inicio de un programa de acondicionamiento el ejercicio puede incluir actividades como caminar o bailar, tratando de incrementar la duración del mismo hasta una meta inicial de 30 minutos, cinco veces a la semana.

Conforme aumentan la condición física y el nivel de resistencia, el programa de ejercicio debe también evolucionar. El programa ideal debe de incluir tanto ejercicio aeróbico como levantamiento de pesas. Ambos aumentan el gasto de energía, con las ventajas de que el ejercicio aeróbico se encarga de acondicionar el sistema cardiovascular, mientras que el levantamiento de pesas se encarga de aumentar la masa muscular y fortalecer las articulaciones.

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Cambios en el comportamiento y en el estilo de vida.

Los avances tecnológicos participan de manera significativa en la pandemia de la obesidad. Cada vez hay más avances que facilitan la realización de un trabajo o un oficio, de modo que cada vez se necesita menos esfuerzo y actividad física para desempeñarlo. La velocidad a la que se mueve la sociedad obliga a cambiar los hábitos y costumbres para adaptarse a ese ritmo de vida, dedicando la mayor parte del tiempo a actividades relacionadas con el trabajo, y cada vez menos a actividades personales o incluso a la alimentación.

Para ejemplificar estos fenómenos, si antes era necesario caminar 45 minutos para llegar a un lugar, con los distintos medios de transporte el tiempo se ha reducido a 5 minutos o menos. La cantidad de establecimientos de comida rápida se ha multiplicado gracias a la practicidad que confieren: eliminan el tiempo que conlleva la elaboración de los alimentos, se encuentran disponibles prácticamente en cualquier lado (y en ocasiones a cualquier hora), y permiten invertir la menor cantidad de tiempo en comer para poder continuar con el trabajo.

Si a esto se le agregan la mala alimentación y la falta de educación en nutrición personal, se crea un círculo vicioso que es prácticamente imposible de interrumpir. En este círculo también participan costumbres como las celebraciones sociales, las cuales con mucha frecuencia se llevan a cabo en grandes restaurantes e incluyen una gran cantidad de alimentos y bebidas.

Los cambios en el comportamiento son fundamentales par lograr una adecuada pérdida de peso, y deben de ser parte integral del tratamiento del sobrepeso y la obesidad en combinación con una dieta adecuada y un buen programa de ejercicio.

Para lograr una adecuada pérdida de peso, y sobretodo para mantenerla, es necesario fijar metas realistas y apropiadas, aumentando progresivamente el grado de compromiso y las recompensas, siempre y cuando éstas no sean con comida.

Los pacientes deben realizar un "auto-monitoreo" que les permita observar y documentar los cambios en alguna de sus conductas, como al llevar un registro de su alimentación o de sus sesiones de ejercicio, así como el efecto de esos cambios en su peso corporal.

Los cambios de conducta son más fáciles de lograr si los pacientes acuden periódicamente con el especialista, de modo que cada sesión sirve para recibir mayor información y para revisar el programa de alimentación y ejercicio. Es muy importante identificar las situaciones sociales o del entorno que propician la alimentación no deseada, y tratar de modificarlas o eliminarlas. Las sesiones individuales ayudan a identificar esas situaciones potencialmente adversas, y en conjunto con el paciente abren las diferentes opciones para sortearlas o evadirlas.

Las sesiones de grupo son también muy eficaces. Estas sesiones permiten relacionarse con otros pacientes que se encuentran en situaciones similares.

Estas sesiones permiten aclarar las dudas con respecto al tratamiento, y también proporcionan diferentes herramientas y estrategias para ayudar a completar el programa. Al ser un foro abierto, las dudas se resuelven para que todos aprendan, e incluso permitiendo la posibilidad de entablar nuevas amistades y círculos sociales.

Todas estas estrategias son fundamentales en todos los programas de pérdida de peso, sin importar el tipo de tratamiento que se esté llevando. La pérdida de peso requiere un gran compromiso, y la mejor manera para lograrlo es con una gran dedicación y apego al programa, con monitorización y seguimiento continuos, y con la información correcta.

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Tratamiento médico.

En ocasiones, una dieta adecuada, un programa de ejercicio, y las modificaciones en el comportamiento y el estilo de vida no son suficientes para lograr una adecauda pérdida de peso. Estos pacientes posiblemente requieran algún medicamento.

Exsiten diversos medicamentos que pueden ayudar en la pérdida de peso. Dependiendo los efectos que producen, se clasifican en dos: los que reducen el hambre (anorexígenos), y los que interfieren con la absorción de los alimentos.

En México, como en muchos otros países, la legislación en salud permite utilizar el tratamiento con medicamentos únicamente en pacientes con índice de masa corporal de 30 o más, o en pacientes con índice de 27 o más siempre y cuando padezcan enfermedades concomitantes que pongan en riesgo su vida.

En nuestro país, los dos medicamentos más empleados son la sibutramina y el orlistat. Cada uno tiene sus ventajas y beneficios, y es la responsabilidad del médico determinar cual es el mejor medicamento para cada paciente.

La Sibutramina es un fármaco que actúa a nivel del sistema nervioso central, inhibiendo la recaptura de diversas substancias o neurotransmisores, como la noradrenalina y la serotonina. Una de las funciones de la serotonina en el cerebro es la de suprimir el apetito.

Al impedir que las neuronas capten la serotonina, la Sibutramina potencia sus efectos, disminuyendo la sensación de hambre y promoviendo la pérdida de peso.

Algunos de sus efectos adversos son un aumento en la frecuencia cardiaca y en la presión arterial, por lo que su uso en pacientes con enfermedades cardiovascualares debe estar estrechamente vigilado.

El Orlistat es un medicamento que actúa a nivel intestinal, inhibiendo la actividad de una enzima lllamada lipasa.

La lipasa es una proteína producida normalmente por el páncreas, y que participa en la digestión al deshacer las grasas para que puedan ser absorbidas. Al inhibir la acción de la lipasa, el Orlistat impide que las grasas se absorban en el organismo, y son eliminadas por las evacuaciones.

Algunos de sus efectos adversos son a nivel gastrointestinal, provocando flatulencias, dolor abdominal, diarrea, e incontinencia. Además, interfiere con la acción de algunos medicamentos que requieren de las grasas para su función adecuada, por lo que su uso debe estar adecuadamente monitorizado por el médico.

Además de estos dos tipos de medicamentos, existen otros que también pueden utilizarse para la pérdida de peso. Las anfetaminas y sus derivados como el clobenzorex y el fenproporex también actúan como supresores del apetito, pero con un mayor índice de complicaciones e incluso cierto riesgo para desarrollar dependencia. Otros medicamentos, como los diuréticos, no deben utilizarse para la pérdida de peso, ya que no provocan una disminución significante de la grasa corporal y pueden causar serias alteraciones en el cuerpo, incluyendo la muerte.

No todos los pacientes responden adecuadamente al tratamiento con medicamentos. Además, no existe un fármaco que carezca de efectos adversos y de complicaciones, por lo que todos los medicamentos que se empleen para la pérdida de peso únicamente deben ser prescritos por médicos certificados con experiencia en el manejo de la obesidad y el sobrepeso.

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Tratamiento quirúrgico.

En pacientes con obesidad severa (obesidad mórbida), los tratamientos a base de dieta, ejercicio y medicamentos son ineficaces a largo plazo. El único tratamiento efectivo a largo plazo para estos pacientes es la cirugía.

En México, la Norma Oficial Mexicana para el tratamiento integral de la obesidad señala que la cirugía bariátrica está indicada en pacientes con un IMC mayor a 40, o en pacientes con un IMC de 35 o más que padezcan alguna de las enfermedades relacionadas con la obesidad.

Existen diversos tipos de procedimientos bariátricos, cada uno con sus ventajas y desventajas. Sin importar el tipo de procedimiento, todas las técnicas de cirugía bariátrica tienen un mismo objetivo: disminuir la cantidad de calorías que pueden ingerirse. Según su mecanismo de acción, los distintos procedimientos bariátricos se clasifican en alguno de los siguientes tres tipos:

                1. Procedimientos restrictivos.
                2. Procedimientos malabsorptivos.
                3. Procedimientos mixtos.

Los procedimientos restrictivos se caracterizan por limitar o restringir la cantidad de alimento que puede ingerirse. Generalmente implican algún tipo de modificación en la capacidad del estómago, ya sea por medio de grapas o de bandas gástricas. Ejemplos de estos procedimientos son la gastroplastía vertical con banda, la banda gástrica ajustable, y la gastrectomía en manga.

Los procedimientos malabsorptivos interfieren con la absorción de los alimentos en el intestino. Esta "malabsorción" se logra al reducir la longitud de intestino que está en contacto con los alimentos, de modo que la superficie de absorción es mucho menor. Algunos ejemplos son la derivación biliopancreática, la dervicación yeyunoileal, y la derivación yeyunocolónica.

Los procedimientos mixtos son una combinación de ambos principios, y poseen una parte restrictiva y una malabsorptiva. Los ejemplos mas comúnes de estos procedimientos son la derivación gástrica en "Y" de Roux (también conocido como bypass gástrico) y el switch duodenal.

Cada uno de estos procedimientos tiene sus propias ventajas y desventajas. El paciente que piensa someterse a algún tipo de procedimiento bariátrico debe conocer muy bien todas las características de cada uno de estas técnicas, y en conjunto con su cirujano, poder decidir cual es el mejor procedimiento para él.

Estos procedimientos se explican con mayor detalle en la sección de cirugía bariátrica. Para accesar a esa sección, haga click aquí.

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